Tengo hambre... y me echaron méndigo POLLO

Tres de la tarde, el sol acuesta (como burlándose de mí) pesándome en la espalda. Voy pasando por donde la sonrisa del viento se queda muda, donde el solo se esconde del asfalto, ahí reposo.

El mundo esta dando vueltas y yo me quedo quieto. Imagino la vida sin girar, se siente bien. Todos me miran y vislumbran en mi figura pegada al caliente asfalto que tengo calor.
Y si, tengo mucho calor, pero también tengo hambre. Por sobre mi cabeza pasa el tren del metro, se oye su paso rápido y a punto de detenerse. Apresuro el paso, las tripas se están susurrando algo que no alcanzo a entender, algo que parece reproche. Me llevo la mano derecha a la boca del estómago y digo con mucha sabiduría (no se requiere gran esfuerzo):
Calma, estamos por llegar.

Para llegar a comer, tengo que caminar mendigas 4 cuadras de unos 100 metros cada una, pero que hoy parecen de mas de un kilómetro de largo. Será porque vine a la oficina sin almorzar acaso, no lo sé, pero lo que sí entiendo es que el estómago tiene hambre y por consiguiente mis pies caminan más rápido de lo común. Al fin llego a la casa de mi tía, y de inmediato (antes de saludarla) me dirijo a la cocina y busco en que calentar la sopita que la Tía Lencha me ha preparado para mi comida. ¡Y de pronto!... NO MAMES... ME ENVIÓ CON POLLO DE COMIDA Y A MI NO ME GUSTA EL POLLO.

Es el acabóse, a mi no me gusta el pollo, ahora que re chingados voy a comer...

Mi tía en su infinita amabilidad me indica que no tiene nada de malo el pollo, que es muy rico y quien sabe cuantas otras atribuciones le puso. Si lo sé, pero a mi no me gusta el pollo. Cada vez que como pollo, me da DIARREA y es insoportable estar yendo constantemente al “WC” a enseñarle las nalgas al inodoro.

Al menos me sirvió también arroz, y eso fue lo único que comí. Ahora me siento un pinche chino, me piratearon la comida, me dijeron que me iban a echar de launch (que mamón me vi) y me dieron POLLO y a mi no me gusta.


TENGO HAMBRE...